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LOS GONZALEZ CONTRA EL ESTADO DE CHILE

El Libero

Reproducimos la columna de nuestro Consejero de Políticas Públicas, José Ramón Valente, publicada en El Líbero.

La Griselda es empleada de casa particular. La Gris, como le dicen los niños, es de Freire y su familia vive allá. Por lo mismo ella prefiere trabajar de corrido durante tres semanas y tomarse aproximadamente seis días al mes para ir a ver a su familia. Con la nueva ley que regula el trabajo de las nanas, el Estado chileno obligará a la Gris a tomarse todos los domingos de descanso. Ella preferiría trabajar para juntar sus días de vacaciones y usarlos para estar con su familia, pero los legisladores chilenos decidieron elegir lo que era mejor para ella y obligarla a tomarse los domingos.

Se podría pensar que el caso de las empleadas de casa particular es una excepción, lamentablemente no es así. En el último tiempo han proliferado las iniciativas en que el Estado pretende establecer prohibiciones y obligaciones a los chilenos. Al parecer, el Gobierno y los parlamentarios creen saber qué es mejor para los González, los Pérez y los Rodríguez, y pretenden impedirles a ellos y a todos los chilenos la posibilidad de elegir qué es mejor para ellos y sus familias.

De aprobarse la reforma educacional, los padres no podrán elegir el colegio para sus hijos, el Estado elegirá por ellos. Hoy se discute una iniciativa para prohibir que los centros comerciales puedan abrir los domingos. Ya se prohíbe que los mall abran los días festivos. También se pretende prohibir la publicación de los resultados del Simce. La ley que amplió el post natal de las mujeres a seis meses, aunque bien intencionada, estableció que este privilegio era irrenunciable, o sea el Estado sabe más que las madres. El Estado pretende obligar a los chilenos a escuchar en las radios un 20% de música chilena, prohibir que haya sal en los restaurantes y obligar a que hayan mujeres en los directorios de las empresas. La reforma laboral obligaría a todos los trabajadores de una empresa a aceptar las condiciones que negocie el sindicato, aunque los trabajadores no estén sindicalizados, y prohibiría a las empresas contratar trabajadores de reemplazo para mantener la continuidad operacional de las mismas durante una huelga.

Individualmente, cada una de las iniciativas anteriores parecieran bien justificadas y al menos no serían escandalosamente dañinas. Recién cuando las analizamos en su conjunto nos damos cuenta de que hay un sesgo sistemático en las políticas públicas propuestas y aprobadas por el Gobierno y el Parlamento en contra de las libertades personales de los chilenos.

¿Estamos los chilenos conscientes de que el avance pausado pero continuo de este tipo de iniciativas entregará al Estado un poder incontrarrestable para decidir cómo debemos vivir nuestras vidas? ¿Nos damos cuenta de que esta es la forma en la que se siembra en una sociedad la semilla de los estados totalitarios?

Debemos rebelarnos contra la idea de que un pequeño grupo de gente iluminada se arrogue la prevención de decidir cómo debemos vivir nuestras vidas. De lo contrario la Gris, los González y todos los chilenos terminaremos viviendo detrás del muro.

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