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SALARIO MÍNIMO Y REAJUSTE PLURIANUAL

Pulso

REPRODUCIMOS LA COLUMNA DE SERGIO MORALES, INVESTIGADOR DEL PROGRAMA LEGISLATIVO DE LYD, PUBLICADA EN PULSO

Luego de un gran suspenso, el acuerdo del Gobierno con la CUT quedó plasmado en el proyecto de ley que es discutido actualmente en el Congreso Nacional, que reajusta el ingreso mínimo desde $210.000 a $225.000 para julio de 2014, alcanzando gradualmente la cifra de $250.000 para enero de 2016.

Durante el debate parlamentario, el guarismo no ha sido cuestionado por los partidos oficialistas ni tampoco por la oposición, toda vez que la cifra propuesta constituye un incremento de un 7,1% en relación con el ingreso mínimo actual, aumento que, de todos modos, se enmarca dentro del máximo posible considerando la inflación actual.

Sin embargo, lo que más llama la atención dice relación con que el reajuste que se plantea es plurianual, es decir, amarra el reajuste por los próximos dos años a un monto fijo independientemente de las circunstancias económicas internas o externas.

Nuestro país no ha tenido muy buenas experiencias con este tipo de sistemas de reajustes. Sin ir más lejos, una medida muy similar a ésta ya fue implementada en 1997 por el ex Presidente Eduardo Frei y, debido a la crisis asiática de 1998, provocó que la cesantía creciera a cifras históricas.

Buscando generar políticas responsables a largo plazo, sería pertinente que el Ejecutivo incorporara una “cláusula de escape” que permita que dichos valores nominales sean revisados en consideración a ciertas condiciones económicas como por ejemplo el aumento en la tasa de cesantía, la empleabilidad de jóvenes y mujeres, y el crecimiento del empleo asalariado en comparación con el trabajo por cuenta propia.

Es importante mejorar gradualmente las condiciones remuneracionales de los trabajadores –eso nadie lo pone en duda-, pero siempre teniendo en vista que todas estas iniciativas deben hacer eco de políticas responsables que permitan conservar los puestos de trabajo, crear nuevos empleos y no golpear fuertemente a las pequeñas y medianas empresas, que son finalmente los principales empleadores de nuestro país.

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