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¿UNA “NUEVA NORMALIDAD”?

El Mercurio

A CONTINUACIÓN, REPRODUCIMOS LA COLUMNA DE NUESTRO CONSEJERO, JUAN ANDRÉS FONTAINE, PUBLICADA EN EL MERCURIO.

El presidente de China, Xi Jinping, ha prevenido a los nerviosos analistas que su país ha ingresado a “una nueva normalidad”, en la que el vertiginoso crecimiento de antaño es reemplazado por un ritmo más calmado –aunque aún envidiable- de 7% al año. Me pregunto si el Chile de hoy, con un crecimiento de algo menos de 3%, una inflación sobre el 4% y un desempleo en alza será la “nueva normalidad” nuestra.

Cuando los vientos de la economía mundial se tornan desfavorables, se hace especialmente importante mantener y activar políticas que impulsen la competitividad nacional, con más emprendimiento, inversión y productividad. Pero la reforma tributaria del ministro Arenas apunta exactamente en el sentido opuesto.

Es entendible el propósito de aumentar los impuestos para elevar el gasto público en educación. Pero tanto el contenido como la defensa de la reforma tributaria aprobada esta semana en el Congreso parecen deliberadamente diseñados para perturbar las expectativas de los agentes económicos. Ya es dañino para la inversión elevar la tributación sobre las utilidades reinvertidas por las empresas y sociedades desde el actual 20% a hasta 35%. Pero, justificar el cambio con la sarta de errores y falsedades que contiene la propaganda oficial –y en la que incurren impunemente autoridades y líderes del conglomerado oficial- sólo acrecienta la desconfianza y el daño. No es cierto, por ejemplo, que nuestro actual régimen tributario para las rentas empresariales sea una rareza, propia de una época ya superada. Gravar menos a las utilidades reinvertidas que a las distribuidas es habitual en los países desarrollados y es un buen modo de estimular el ahorro y la inversión. Menos frecuente, aunque también rige en otros cuatro países de la OCDE, es la plena integración de los impuestos empresariales con los personales bajo el llamado “global complementario”, que procura equiparar el trato a las rentas de diferente origen. Es matemáticamente falso que nuestro régimen permita a un empresario –legalmente- pagar un impuesto a la renta proporcionalmente más bajo que el de su secretaria (¡salvo que ella que ganara más de seis millones de pesos mensuales!). Es simplemente una ensoñación estadística sostener –como afirma con total desparpajo la propaganda oficial- que hay en Chile 4.500 familias que perciben una renta per cápita mensual  de 82 millones de pesos.

No es necesario ni conveniente que las variadas reformas que impulsa el gobierno sean justificadas con eslóganes, imputaciones y descalificaciones.

La tramitación del proyecto tributario en el Senado puede prestarse para un debate constructivo y fructífero. Ojalá la Presidenta aproveche su mensaje del 21 de mayo para convocar a un diálogo que recree el clima de confianza y sano optimismo que necesitamos para avanzar.

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