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La decisión de Beatriz

La Tercera

Hace una semana me preguntaron en una entrevista de radio qué ocurriría con el apoyo del Frente Amplio y me atreví a aventurar que terminarían respaldando a Guillier. Y así fue. Aunque Beatriz Sánchez manifestó que su decisión era a "título personal", la comunicó públicamente ante los medios de prensa y en compañía de dirigentes del Frente Amplio. De esta manera, junto con dejar atrás la inicial neutralidad fijada por los militantes de esa agrupación, produce una enorme frustración entre aquellos de sus votantes que, ilusionados con su discurso de renovación y cambio, ahora ven la incongruencia que significa respaldar la continuidad de un gobierno que ha adolecido de muchas de las prácticas que hoy la juventud rechaza. 

Este apoyo muestra también la ambigüedad de un conglomerado que dice querer renovar la política, pero esta contradicción no es nueva. Recordemos que mientras algunos de sus líderes criticaban a la Presidenta Bachelet, al mismo tiempo, otros formaban parte del equipo directivo del Ministerio de Educación. Para obtener ese respaldo el candidato oficialista entregó varias señales, entre las cuales destaca la promesa de llevar adelante la Asamblea Constituyente, lo cual significa persistir en una aventura de enorme riesgo para la democracia y el progreso de Chile. Recordemos que los adalides de este mecanismo constitucional fueron hace pocos años Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa.

El discurso pronunciado anteayer por Guillier en Concepción reafirma lo anterior. En un claro guiño a las demandas del Frente Amplio sobre aumentar los impuestos, el candidato señaló: "Les meteremos la mano en el bolsillo a quienes concentran el ingreso, para que ayuden a hacer patria alguna vez". Esas palabras -que incluso cerró con un "hasta la victoria siempre" tal como lo hacía el Che Guevara- me recuerdan la prepotencia y el populismo de las intervenciones de Chávez como aquella en la que señaló "los ricos no trabajan, son flojos".

Pero esto no quedará solo en discursos, Guillier sabe que si llega a La Moneda no podrá gobernar ni aprobar sus leyes sin los votos de los veinte diputados del Frente Amplio. Son ellos quienes tienen las llaves de la gobernabilidad, las mismas con las que abrirán la puerta para implementar las medidas del programa de Beatriz Sánchez.

De esta manera, se acentúa la encrucijada histórica ante la cual nuevamente nos encontramos los chilenos, al tener que decidir entre el Chile con oportunidades de trabajo y desarrollo social que encarna Sebastián Piñera, o el Chile que avanza gradualmente hacia el populismo y el estatismo, profundizando con lo que han sido los cuatro años del actual gobierno, los peores desde la perspectiva del progreso y la justicia en los últimos 30 años.

 

Columna de Cristián Larroulet, Consejero de Libertad y Desarrollo, publicada en La Tercera.- 

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