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Presupuesto 2018 y regla fiscal

Pulso

Se acerca la discusión del Presupuesto Fiscal 2018 y, como parte del proceso de la elaboración del correspondiente proyecto de ley, se publicó hace algunas semanas el resultado de la consulta a un grupo de expertos de la estimación del PIB tendencial y el precio del cobre de largo plazo, ambas, variables clave para el cálculo del Balance Cíclicamente Ajustado (BCA) del Gobierno Central.

Por el lado del PIB tendencial, el Comité de Expertos estimó una tasa de crecimiento de 2,6% anual para 2017. Si comparamos los distintos procesos presupuestarios con las proyecciones de PIB tendencial, se observa una caída abrupta (desde un 4,2% en el 2014), dando cuenta del deterioro de la capacidad de crecimiento de la economía. Por el lado del precio del cobre, en tanto, se consideró como precio de referencia 277,2 centavos de dólar la libra (US$¢/lb).

Con estos supuestos, debe calcularse el gasto fiscal compatible con la meta definida por Hacienda para la evolución del balance estructural. Tomando en cuenta su trayectoria, se observa que a partir del año 2010 hubo una clara convergencia del BCA, pasando de un déficit fiscal estructural de 2,1% del PIB a un déficit estructural  de 0,5% el año 2013. De esta manera, se evidencia que durante este período sí se cumplió, y con creces, el compromiso de converger al 1%.

Desde el año 2015, sin embargo, se ha deteriorado el desempeño fiscal, a la vez que se ha vuelto más engorroso su seguimiento. La meta fue modificada por Hacienda ese año, pasando de ser un número objetivo, a definirse como la reducción del déficit estructural en aproximadamente un cuarto de punto porcentual del PIB cada año (medido este último con “parámetros estructurales comparables de un año a otro”, es decir, actualizándolos cada año según las nuevas estimaciones).

Así, para 2015 se tienen tres valores del BCA: 0,5%, -1,6% y -2,1%, siendo la última cifra el resultado de la última actualización realizada por el Ministerio Hacienda, que incluye la estimación del BCA para el 2016: -1,9%, cumpliendo de esta manera con la convergencia buscada. Sin embargo, si consideramos la metodología tradicional, se observa que el BCA no está convergiendo, sino que, por el contrario, se está volviendo más deficitario, alcanzando el 2016 un -1,1% contra el -0,5% que heredó el gobierno en 2014.

Resulta evidente entonces, que la nueva manera de operar de la meta fiscal ha traído como consecuencia la postergación de la necesaria convergencia hacia menores niveles deficitarios. Sin ir más lejos, la clasificadora Fitch Ratings hace referencia directa a esta situación en su informe emitido al bajar la clasificación del riesgo soberano de Chile. Y es que el relajo con el compromiso fiscal y la tendencia a comprometer cada vez mayores gastos está teniendo consecuencias: el déficit fiscal efectivo llegaría a 3,1% del PIB este año y se ha anunciado que se dejarán significativas holguras negativas para la administración entrante.

De esta manera, volver a incorporar una meta que defina un nivel determinado de balance estructural sería tal vez una mejor manera de anclar la conducción fiscal. Esto, a la vez, otorgaría mayor claridad y transparencia de la regla. Además, sería deseable contar con un Consejo Fiscal Asesor más autónomo y con mayores atribuciones, lo que permitiría tratar los temas en mayor profundidad.

 

Columna de Carolina Grünwald, Economista Senior Libertad y Desarrollo, publicada en Pulso.-

 

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