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Candidatos Presidenciales

El Mercurio

Los Presidentes que un país elige y también los candidatos que los partidos postulan a una elección responden a algo. No son producto de la casualidad, sino de circunstancias.

Así, no es casual que la izquierda, en sus dos vertientes, Nueva Mayoría y Frente Amplio, pueda terminar postulando a Alejandro Guillier y Beatriz Sánchez. Se trata de dos periodistas, que con estilos distintos y hablando a públicos diferentes, son personas que no han gravitado particularmente en la formulación de propuestas para el país o en la realización de proyectos relevantes en los ámbitos público o privado, sino que han sido espectadores de lo que otros hacen y crean, emitiendo opiniones en los medios de comunicación y en el caso de Guillier últimamente en el Congreso.

Han sido en definitiva comentaristas no protagonistas.

La izquierda que sí tiene propuestas para Chile en cambio, representada por Ricardo Lagos, se encuentra en una desoladora orfandad. El ethos prevaleciente en la izquierda hoy es el de la crítica airada, la desafección con la sociedad y hay poco espacio para la elaboración.

Esto responde al ciclo que vive la izquierda en Chile y parte del mundo.

Es una izquierda que se ha quedado sin ideas ni propuestas.

Fernando Atria, precandidato presidencial del Partido Socialista sin posibilidad de ganar pero sí con capacidad de influir, lo ha expresado de la siguiente forma: “El socialista no tiene hoy una respuesta a la pregunta de cómo organizar la sociedad sin capitalismo, pero sabe en qué dirección moverse”.

La dirección en que se ha movido la izquierda en Chile es muy clara: la crítica destructiva, despiadada e irresponsable de las instituciones que rigen a nuestra sociedad. Max Colodro lo ha dicho: la Oposición al gobierno de Sebastián Piñera tuvo como objeto destruir las instituciones.

La Nueva Mayoría y el programa de Michelle Bachelet continuaron la tarea: menoscabar las instituciones, a cualquier costo, sin importar el resultado, sin fijarse siquiera en qué pensaba la población de sus reformas; ignorándola a veces y derechamente denostándola en otras ocasiones, como ocurrió con los padres de los niños de colegios particulares.

La Nueva Mayoría fue una máquina de destrucción y paradojalmente la primera víctima ha sido Ricardo Lagos, símbolo del Chile que quieren cambiar quienes creen que la política consiste sólo en criticar y vocear la revolución y no en construir consensos para decidir la evolución del país.

Por eso la candidatura de Ricardo Lagos ha resultado tan difícil. Y aunque hay intentos por reflotarla en los partidos de la izquierda alarmados por el estancamiento e incluso declinación de la popularidad de Alejandro Guillier, será difícil que pueda estar en la papeleta electoral con ese nivel de rechazo interno. Recién los partidos políticos de la izquierda se están dando cuenta del monstruo que crearon con la Nueva Mayoría y los jóvenes y aplicados líderes agrupados en el Frente Amplio se aprestan a cosechar lo que sembraron.

La Democracia Cristiana, por su parte, cansada de perder votos por haber abandonado el centro ha decidido reforzar su identidad y levantar su propia candidata presidencial. Sin embargo una sombra de duda se cierne sobre el futuro de esa candidatura pues la abanderada, Carolina Goic, no parece tener convicciones para sostener una opción con ideas distintas a las de la Nueva Mayoría. Y ella es quien controla la DC.

Algunos precandidatos, Lagos y Goic incluidos, no han comprendido el grado de desafección que la población tiene con Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría. Si había rabia y malestar en Chile, ellos se han volcado contra este gobierno y cualquiera que respalde sus propuestas e ideas está condenado al fracaso electoral.

El país se siente engañado y sólo apoyará a alguien que le muestre un camino distinto. La centroderecha ha descubierto que sus ideas: la libertad, el orden, el crecimiento del país, la creación de empleos y el trabajo serio para crear una sociedad más justa vuelven a tener apoyo y Sebastián Piñera encarna esas ideas y valores y la llevará a La Moneda, contra viento y marea.

 

Compartimos la columna de Luis Larraín, Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.-

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