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¿Mejorará el panorama?

El Mercurio

Concluye febrero y la pregunta de rigor es si hay razones para pensar que este año las cosas van a andar mejor.

A primera vista, hay poco en qué basar una visión optimista. Con un crecimiento de solo 1,5% en 2016, por tercer año consecutivo fuimos el país con peor desempeño de la Alianza del Pacífico. Es imposible ignorar la incidencia en ello de las reformas promovidas por el Gobierno, que han abultado la carga tributaria y regulatoria sobre las empresas, encargadas de invertir y crear buenos empleos. Desgraciadamente, los expertos también anticipan un ritmo de crecimiento inferior al 2% para el año en curso.

Últimamente, la preocupación ha estado centrada en el fuerte impacto de la paralización de la minera Escondida, cuya huelga ya se prolonga por más de dos semanas. Es cierto que el alza del precio del cobre -tal vez influida por ella- compensa una parte del efecto. Pero el crecimiento del PIB en el primer trimestre podría nuevamente resultar ínfimo. El ministro Valdés se ha apurado en aclarar que se trataría de un efecto pasajero, que no marcaría una tendencia. Pero el caso ilustra bien el alto costo social de las huelgas, las que la reforma laboral impulsada por el Gobierno -y que entra en vigencia en abril- procura puedan ser más dañinas y forzar así a los empleadores a mayores reajustes de salarios. Otro ejemplo, de menor impacto, son los paros portuarios que han impedido el desembarco de turistas en Valparaíso y Puerto Montt.

En el gobierno del ex Presidente Piñera adoptamos medidas para incentivar la recalada de cruceros al país, con auspiciosos resultados para el desarrollo del turismo nacional. El incidente puede echar por tierra esos avances. Lamentablemente, es posible que la exacerbación del conflicto laboral -que los estrategas del actual gobierno ven como un modo de combatir la desigualdad- haga que pérdidas como las ocasionadas por estos eventos no sean un episodio meramente pasajero, sino que se constituyan en una constante.

Pero entre tanto nubarrón hay algún rayo de esperanza. La economía mundial está marchando mejor de lo esperado, impulsada por Estados Unidos. Pese a un probable incremento en los intereses, la bolsa de Wall Street se ha encumbrado, en la esperanza de que el sistema político norteamericano sea capaz de doblegar la peligrosa inclinación proteccionista de su nuevo gobernante y, en cambio, producir un oportuno alivio tributario. Mientras tanto nuestros precios de exportación se han afirmado, el dólar baja y afloja el IPC. Las incertidumbres políticas y económicas son aún muy importantes, por lo que es improbable que una eventual mejoría del escenario económico se alcance a hacer sentir en el presente año.

Pero, con buena conducción, la economía chilena podría levantarse a partir del próximo año. Será responsabilidad de las candidaturas presidenciales, que hoy se aprestan a iniciar la carrera, demostrar que hemos aprendido a tomar en serio el desafío del desarrollo.

 

Columna de Juan Andrés Fontaine, Consejero de LyD, publicada en El Mercurio.-

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