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GASTO PÚBLICO ACOTADO

Hace dos semanas se dio a conocer la Ejecución Presupuestaria del Gobierno Central para el 2016: cerramos el año con un balance efectivo que arroja un déficit de 2,8%, menor al estimado en septiembre, de -3,1%. Y, aunque estas cifras podrían variar un poco cuando se tenga el PIB efectivo del 2016, estamos frente a una buena noticia desde el punto de vista del orden de las cuentas fiscales. Dentro de sus posibilidades, y frente al escenario donde estamos creciendo poco como país, se ha recogido por parte de Hacienda la idea de que el Gasto Público también debe crecer poco: 3,7% en 2016, medio punto porcentual menor a lo previsto en septiembre.

Y es que no debemos olvidar que los resultados macroeconómicos de un país no están garantizados y que en ellos inciden, además de factores externos, la aplicación de políticas adecuadas que respeten equilibrios y normas básicas.

Además, el gasto de Gobierno no es per se un impulsor del crecimiento económico, al menos no en economías como la nuestra. Al respecto, resultados de diversos estudios empíricos dan cuenta que el efecto de un incremento del gasto depende de varios factores: en primer lugar, existe una diferencia de efectos en economías desarrolladas versus aquellas en vías de desarrollo. Mientras en las primeras hay evidencia de un efecto positivo, en las segundas no lo hay, e incluso podría ser negativo. En segundo lugar está el régimen cambiario, donde aquellas economías con tipo de cambio flexible, no presentan efectos en el producto. Tercero, la apertura comercial también determina el efecto en el crecimiento del producto de una política fiscal expansiva: a mayor apertura, el impacto puede ser negativo. Finalmente, el nivel de deuda también podría afectar negativamente, en tramos de deuda mayores al 60% del PIB.

Chile es un país en vías de desarrollo, con tipo de cambio flexible, con gran apertura comercial y tiene un nivel de deuda que está creciendo y las perspectivas van al alza. Por lo tanto, un incremento de gasto de Gobierno, en nuestro caso, estaría lejos de lograr el efecto de mayor crecimiento del producto. Es más, podría generar precisamente el efecto contrario.

Carolina Grünwald, economista senior de LyD en diario Pulso

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