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Cría cuervos

La Tercera

Por décadas el gobierno chino prohibió a sus ciudadanos tener más de un hijo. Las consecuencias de esta intolerable intromisión en la vida de las personas, terminó generando graves problemas para la sociedad china. Por ejemplo, se estima que faltan cerca de 30 millones de mujeres en China. Esto, debido a que las familias habrían abortado y asesinado a sus hijas mujeres para tener un hijo hombre que pudiera trabajar mejor en el campo junto a ellos.

Debido a este y otros problemas generados por la ley de un solo hijo, el actual gobierno decidió tomar cartas en el asunto.
Dada la abundante evidencia de los problemas generados por la ley de un solo hijo, habría sido esperable que el gobierno chino simplemente aboliera dicha prohibición. Sin embargo, para sorpresa del mundo entero, en vez de terminar con esta aberración, el gobierno chino, mantuvo la ley, pero se incrementó de uno a dos el número de hijos permitidos por familia.

De acuerdo a un artículo publicado por la revista The Economist, la razón que habría primado para que las autoridades chinas tomaran dicha decisión, es que existiría cerca de 1 millón de funcionarios públicos dedicados a supervisar el cumplimiento de la ley de un solo hijo. De manera que de haberse eliminado la ley, ese millón de personas habría perdido su empleo. En otras palabras, el monstruo regulatorio creado por Mao, tomó vida propia y a pesar de toda la evidencia en favor de sesgar su existencia, este se niega a morir y al parecer continuará generando costos incalculables a la sociedad china.

En Chile, el Parlamento aprobó una ley hace ya largo tiempo que restringía el parque de taxis en Santiago. Con ello otorgó un poder monopólico garantizado por ley a los taxistas existentes en ese momento. El monstruo regulatorio creado por el Congreso fue creciendo. Se estima que el valor del privilegio de tener un taxi en Santiago hasta antes de la aparición de Uber, llegaba a los diez millones de pesos por taxi. La aparición de Uber y otras plataformas similares, ha comenzado a romper el poder monopólico otorgado por ley a los taxis. El servicio ofrecido por Uber es mejor y más barato que los taxis tradicionales, generando enormes beneficios para los usuarios. Y hablo desde mi experiencia, ya que uso Uber todo el tiempo.

Se habría esperado que ante esta evidencia, el gobierno buscara una forma de cambiar la regulación para desmantelar el monopolio creado artificialmente para los taxis.

Sin embargo, al igual que en China, el monstruo ya ha crecido mucho y se resiste a morir.
En vez de dar facilidades a un servicio que es a todas luces beneficioso para los chilenos, el gobierno, presionado por el gremio de los taxistas, decide ponerle impuestos y trabas regulatorias. Al hacerlo, las autoridades chilenas se comportan de la misma manera que las autoridades del gobierno comunista chino. Es decir, a la hora de elegir entre beneficiar a la población o mantener el privilegio de un grupo pequeño pero organizado de la sociedad, toman partido por este último. Como decía mi abuela, cría cuervos y te sacarán los ojos.

Columna de José Ramón Valente, Consejero de Políticas Públicas de Libertad y Desarrollo, en La Tercera.-

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