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Si pudiera vivir de nuevo

El Libero

En un mundo en que gracias a los avances de la tecnología ya casi nada parece imposible, el inevitable paso del tiempo es algo que cada vez les cuesta más asumir a las personas. La gente adulta intenta permanecer joven usando y a veces abusando del botox y de las cirugías estéticas. Los jóvenes intentan no entrar al mundo de los adultos y en vez de trabajar, los que pueden, se van a viajar. Y en vez de casarse y formar familia prefieren “andar” y seguir carreteando. Sin embargo, mas allá de los esfuerzos que haga la gente, al final, como dijo Sir Winston Churchill, lo único inevitable en la vida son la muerte y los impuestos.

A pesar de todos los avances tecnológicos, y de las múltiples películas de Hollywood, no hay forma de volver la vida atrás. Las decisiones que tomamos a los 20, los 30 o los 40, nos acompañaran inevitablemente para el resto de nuestra vida. El cliché, dice que si uno pudiera volver a vivir la vida no cambiaría nada de lo hecho. La verdad honesta es que todos tenemos cosas que, si tuviéramos la oportunidad de volver atrás, trataríamos de hacer mejor. Por ejemplo, me llama la atención cómo la mayoría de las parejas que llevan un buen tiempo separadas, declaran que si pudieran volver atrás, harían un esfuerzo mayor por permanecer casados con su primera pareja. Los que no fueron a la universidad, estudiarían más en el colegio para poder ir y los que se tiraron en “bungee” en el viaje a Ecuador, se preguntan cómo pudieron ser tan irresponsables.

De alguna manera es eso lo que le pasa a millones de personas en el mundo y en Chile cuando llegan a la edad en que quieren dejar de trabajar y se dan cuenta de que no hicieron el esfuerzo de ahorro suficiente para retirarse a disfrutar de la vida, sin tener que trabajar para sustentar sus gastos. Algunos se resignan, otros reciben ayuda de sus hijos y parientes más cercanos, o se organizan para presionar a la sociedad para que supla el déficit financiero que se les produjo por no haber sido suficientemente previsores.

La principal razón para que el ahorro previsional sea obligatorio, es justamente proteger a los que ahorran de los que no lo hacen. La desesperada situación de quienes llegaron a la vejez sin haber ahorrado lo suficiente, los lleva rápidamente a considerar que los que sí lo hicieron tienen el deber moral de asistirlos. Cuando los fondos acumulados por quienes ahorraron son de más de US$150 mil millones, que es lo que acumulan hoy los fondos de pensiones, el apetito por obtener un pedazo de dicha torta es aún más voraz.

No podemos negar la realidad de muchos chilenos que habiendo querido ahorrar, no lo hicieron por distintas situaciones de la vida. Estuvieron desempleados, ganaban muy poco, estuvieron enfermos, etc. Para ellos obviamente hay que buscar alguna solución solidaria. Pero no es menos cierto que existe un alto grado de cinismo y manipulación de los medios de comunicación por parte de quienes miran los ahorros de los trabajadores como un botín. Estas personas utilizan los casos reales de chilenos desafortunados que no pudieron ahorrar para su vejez con el fin de sensibilizar a la opinión publica y a las autoridades para que se legisle a favor de una solución general para las bajas pensiones. De este modo los poco previsores se cuelan en la fila de los desafortunados para obtener injustamente beneficios del resto de la sociedad. Se estima que un 25% de los trabajadores chilenos cotiza por un sueldo muy inferior a los verdaderos ingresos que recibe. Se sabe que el Estado contrata a cientos de miles trabajadores a honorarios y que un porcentaje muy menor de ellos hace cotizaciones voluntarias en las AFP. Sabemos que los profesionales independientes y los trabajadores informales tampoco lo hacen.

Es bueno que nuestra sociedad sea compasiva y capaz de ir en ayuda de los que lo necesitan. Pero debemos separar la paja del trigo. Es decir los que necesitan ayuda porque no pudieron, de los que necesitan ayuda porque no quisieron. No podemos permitir que quienes han sido poco responsables con sus vidas utilicen a los poco afortunados como armas para extorsionar al resto de la sociedad. Lamentablemente no se puede vivir la vida dos veces. Lo que no se ahorró durante 30 o 40 años simplemente no existe. La única manera de suplirlo es quitándole a los que sí ahorraron para darle a los que no lo hicieron.

Columna de José Ramón Valente, Consejero de Políticas Públicas de LyD, en El Líbero.-

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