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Usted no es Myriam Olate

El Libero

A usted se lo digo, a la señora que desfiló junto a cerca de 90.000 chilenos en la marcha No+AFP que recorrió el domingo pasado las calles de Santiago. Porque en su inconsciente, sin lugar a dudas, está al menos la ilusión de que una pensión generosa como la que disfruta hoy la ex Subdirectora Técnica de Gendarmería puede obtenerse en un sistema de reparto, dejándola en una mucho mejor situación que las pensiones que entrega hoy el sistema de AFP.

Esa es la ilusión con que juegan los que convocaron a esa marcha y que por motivos ideológicos (basta ver las declaraciones del líder de la convocatoria, Luis Mesina, publicadas en El Líbero) tratan de destruir el sistema de AFP, sin darse siquiera la molestia de explicar cómo pretenden mejorar las pensiones.

La idea que las pensiones de reparto son mejores que las de capitalización es sólo eso: una ilusión.

Libertad y Desarrollo realizó un cálculo para comparar las pensiones de vejez del sistema de AFP, que hoy en promedio son muy bajas, con las del sistema de reparto actualmente vigente para los civiles (Instituto de Previsión Social), que también son bajas en promedio. La comparación es, en todo caso, injusta para las pensiones de capitalización, pues las pensiones de reparto son las de aquellas personas que teniendo la opción de cambiarse al sistema de AFP no lo hicieron (los privilegiados del reparto), es decir en el IPS hay una “selección positiva” en términos estadísticos; pero, además, principalmente porque la tasa de cotización en el sistema antiguo (promedio 20%) es prácticamente el doble que la del sistema de AFP, lo que tiene un perjuicio para el afiliado, pues obtiene un sueldo líquido más bajo.

Con todas estas desventajas corre entonces el sistema de AFP en una comparación numérica con el sistema de reparto. En una primera mirada, las pensiones del sistema de reparto autofinanciadas son en promedio de $223.036 y las de AFP y Compañías de Seguro de $ 188.153, por lo que aparentemente las pensiones de reparto serían un 19% más altas. Sin embargo, esta comparación contiene una trampa, porque en el sistema AFP todos los afiliados reciben pensión, en cambio en el sistema de reparto hay que tener un mínimo de años de cotización (en promedio 15 años) para poder obtener pensión. Si uno ajusta por esta distorsión, asignando pensión cero a quienes en el sistema de reparto cotizaron pero no obtendrán pensión según las cifras históricas, el cuadro cambia drásticamente. La pensión autofinanciada del sistema de reparto sería de $111.518, vale decir un 41% más baja que la del sistema AFP.

Alguien podría decir que igual las pensiones de AFP son bajas. Eso es cierto, y tiene varias explicaciones relacionadas con las llamadas lagunas previsionales que son deficiencias del mercado del trabajo más que del de pensiones y también con el hecho de que el sistema aún no está en régimen (nadie se ha jubilado con 40 años de cotizaciones en el sistema AFP). Aun así, hay que decir que el promedio de $188.153 está distorsionado porque incluye muchas personas que cotizaron una sola vez (para obtener, por ejemplo, el bono por hijo que entregó Bachelet, pues el beneficio tenía como condición estar afiliado al sistema de pensiones). Eso, por supuesto, distorsiona el promedio rebajándolo hasta ese valor.

Como vemos de las cifras anteriores, la señora que desfiló el domingo pasado está muy lejos de obtener la pensión de Myriam Olate en un sistema de reparto, sino que probablemente tendría una pensión 41% menor que las de las AFP. No+AFP, en consecuencia, no es una solución para ella.

Las pensiones de cinco millones de pesos del sistema de reparto están reservadas para los amigos del gobierno, que pueden manejar a su antojo la remuneración que reciben, las asignaciones y bonos y además conseguir que sus padrinos políticos los incluyan convenientemente en la planta funcionaria. Usted señora, que no puede hacer nada de eso, recibiría una pensión mucho menor que en el sistema AFP.

 

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