Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Rossana Costa en Revista Qué Pasa: “Es muy probable que este ajuste no sea el último»

Rosanna-Costa-que pasaSentada en una de las salas de reuniones de LyD, Rosanna Costa repite constantemente la palabra transparencia. La subdirectora del centro de estudios y ex directora de Presupuestos de Sebastián Piñera, ha analizado con calma el ajuste fiscal por US$ 540 millones anunciado la semana pasada por el ministro Rodrigo Valdés, y a su juicio, falta información. Más allá del monto en sí, para la economista se requiere transparentar el escenario completo y entender, sobre todo, las proyecciones de ingresos y cómo el gasto va a financiar la multiplicidad de compromisos —vía reformas— asumidas por el gobierno.

Costa se muestra escéptica: “Me da la impresión de que estamos con una presión que no se condice con nuestra capacidad generadora de ingresos”, plantea, insistiendo en que hay que hacer converger los compromisos adquiridos con una economía débil. Y que se debe sincerar este escenario a la ciudadanía para que tengan claro qué se puede cumplir y qué no.

—El gobierno anunció un ajuste fiscal de US$ 540 millones que LyD catalogó como una señal tibia, ¿por qué?
—El ajuste que hizo el ministro, mirado como el ajuste necesario puntualmente para el año y con la información disponible, es lo que se requería para mantener el déficit estructural del orden de 1,3%. En ese sentido, uno podría decir que es el ajuste que tiene que ser, pero tendría que ser permanente, adicional a los mayores gastos o presiones de gasto que te aparezcan en otros sectores. Dicho eso, creo que un punto importante de aclarar en finanzas públicas es cómo esto se ve hacia adelante. El ministro ha dicho que muchos de los compromisos se van a ir financiando y cumpliendo en la medida que se disponga de los ingresos. A mí me hubiera gustado y, probablemente el ministro lo va a hacer el día de mañana, conocer un poco más esos mayores ingresos, cuáles son, por qué son permanentes; el ajuste del crecimiento a largo plazo, cuál es, en qué se funda, cuál es el supuesto de tipo de cambio que se está usando, qué pasó con los supuestos macroeconómicos para proyectar el 2016. Me encantaría que el ministro nos transparentara eso. Si la idea era dar una señal clara, ¿por qué no hizo el escenario completo? Probablemente dentro de los ajustes del ministro también cayó el crecimiento a largo plazo, ¿cómo hacemos para revertir eso?

Una vez que se acaba la reforma tributaria como calendario de recaudación, la única fuente de mayores ingresos es el crecimiento que somos capaces de tener como país y ese se nos ha venido al suelo. Tenemos que transparentar qué es lo que podemos prometer y qué no.

—O sea, el carácter de tibio no es por el monto en sí, sino por la necesidad de tener un escenario más completo…
—Hay un escenario complejo que transparentar, que poner sobre la mesa y que informar a la gente acerca de que los compromisos van a tener que ir ahora no al ritmo de una economía que crecía al 5% o con un crecimiento a largo plazo en torno al 3,5%-4%, sino al de una economía que está bastante más lenta. Hay que ser consecuente en los compromisos que se asuman, porque esta economía no es capaz de prometer lo que prometía antes. Lo segundo, es que tengo que contener otros gastos. A mí me dicen que ajustó US$ 540 millones, pero que en alguna parte tiene que hacer ajustes adicionales para compensar los mayores gastos en salud y en alguna otra área.

—El ministro dijo que el 71% del ajuste corresponderá a recorte de gastos corrientes. El 29% restante implicará una reducción de gastos de capital de todas las carteras, a excepción de Salud. ¿Es correcta esa fórmula?
—Me parece que es importante la inversión pública y que el ajuste se haya centrado en gastos que puedas bajar en forma permanente. Me hubiese gustado y creo que es la oportunidad de iniciar un trabajo mucho más serio de todos los programas malos, ineficientes, revisarlos y ajustar recursos ahí también.

— ¿Como cuáles?
— Hay una batería de evaluación y de indicadores de programa que no están rindiendo conforme a lo esperado, aun cuando sean sociales. Creo que nos hace falta incorporar más instrumentos de trayectoria de metas de eficiencia en el mediano plazo a programas, servicios y ministerios. En estos momentos de restricción hay que aprovechar para introducir este tipo de instrumentos.

— ¿Por qué no se ha hecho si es el momento?
—Son cosas que no son fáciles, que hay que instalarlas, que no están en la institucionalidad, que hay que investigarlas y que hay que preparar a la gente para hacerlas, no se hacen de un día para otro, pero es el minuto para aprovechar el impulso. No es fácil hacerlo, pero hay que hacerlo.

— ¿Cómo se condice el ajuste con el el gasto que requiere el Ejecutivo para cubrir reformas como la gratuidad?
—Por eso creo que hay que ser más transparentes y claros. Estamos con compromiso de alto costo. La carrera docente cuesta varios millones de dólares, la gratuidad también y por ahora la economía está creciendo en promedio al 2%, este año va a crecer menos del 2%, eso hay que transparentarlo, porque la gente tiene que tener claridad de qué significa el ir financiando en la medida que haya recursos, ¿estamos hablando de un año, dos, seis? y qué espacio hay para adelante. Vamos a entrar en una discusión constitucional de derechos universales, ¿sobre qué recursos, sobre qué realidad?

—Hay un compromiso de reducir el déficit estructural en 0,25 puntos porcentuales al año, ¿es alcanzable esa meta?
—La probabilidad aumenta si tú eres capaz de sincerar las expectativas. El ministro se la ha jugado por decir voy a seguir con mi brecha y voy a ir reconociendo mis parámetros, y adelantó una parte del ajuste, pero eso te indica que él sabe que viene un período difícil y por eso es que yo insisto tanto en transparentar que las presiones hacia adelante tienen que converger a lo que de verdad podemos financiar. Un punto de crecimiento puede ser del orden de US$ 600 millones, y el ajuste fue de US$ 540, o sea, esa es la importancia que tiene.

— ¿Cómo evalúa el rol del ministro Valdés, considerando que está haciendo ajustes en medio de un año electoral con todas las presiones que eso implica?
—La tarea del ministro de Hacienda nunca es fácil. Ahora a este ministro lo veo con una vocación profesional firme, importante, bastante solo, y muy focalizado en el tema fiscal a corto plazo, me falta esta mirada más hacia adelante, de qué hacemos para contener esto que está pasando. A lo mejor él tiene números y me deja tranquila, pero que lo exponga, porque a mí me da la impresión de que estamos con una presión que no se condice con nuestra capacidad generadora de ingresos en el mediano plazo.

— ¿Cree que no converge hacia adelante?
—Me parece que hay que demorar bastante el cumplimiento de los compromisos y no hay mucho espacio, y a la gente hay que darle mensajes claros. La gente convive con estrecheces, pero necesita la información.

—El economista Igal Magendzo señaló en una entrevista en Pulso que estos ajustes debieran haberse hecho cuando el país estaba creciendo al 5% y el cobre estaba en US$ 4 con la finalidad de tener una holgura fiscal mayor apuntando al gobierno anterior de Sebastián Piñera, ¿Comparte esa tesis?
— Siempre se puede hacer un esfuerzo mayor, pero dimensionemos los temas. El gobierno de Sebastián Piñera recibe un balance estructural con un problema en la estimación de la brecha más importante del que estaba escrito en el papel, pero además con cambios sucesivos. Para fortalecer la regla convoca a un comité y define una regla para adelante que le dice que estamos partiendo de 3% y lo rebajo a 1% a pesar de tener un terremoto muy relevante. Me parece que ese ejercicio en cuatro años es bien potente, aunque siempre se puede hacer más. Entonces yo creo que hay que ponerse un poquito en perspectiva para hacer esos juicios. Claro, si se nos caía el precio del cobre como se nos cayó, la tarea se hace más difícil y eso significa, como lo dijo el ministro, que nos vamos a tomar más tiempo, pero hagámoslo y demos señales más claras. Hoy es el minuto de hacer reformas estructurales para crecer y no para estancarnos.

— ¿Y cómo crecemos?
—Lo primero es que estamos haciendo todo lo posible por no crecer. Cuando uno empieza a mirar el escenario, se encuentra con que si bien te dicen que ya pasó la incertidumbre por la reforma tributaria, tengo que ajustar el stock de capitales a la baja y estoy invirtiendo menos; la reforma laboral nos va a pegar y las empresas se están dedicando a hacer ajustes y no a otro cosa; la inversión en salud está probablemente semiparalizada; en el sector agrícola y minero, en términos de derechos de agua está cambiando el escenario y están a la espera. Todas propuestas que no apuntan a reducir costos. Vamos a entrar en un debate constitucional en que no nos han dado un marco de seguridades en materia de institucionalidad económica, entonces es difícil en ese escenario decir qué hago para aumentar la competitividad, la productividad. Ahora me van a decir que no quiero reformas. No.

Hay reformas laborales que son pro productividad, que mejoran los salarios, la posibilidad de crecer y que dan más empleo, lo que ocurre es que elegimos una que no apunta para allá. No es un no a las reformas que Chile necesita, es un hagámoslas bien y demos un marco y ahí nos estamos equivocando. Hay que mirar qué estamos haciendo y qué significa eso en términos de productividad, competitividad, crecimiento, costos y escenarios para invertir.

— ¿Dado eso, qué tan complicado está el escenario económico para Chile?
—Si a mí me dicen compárate con el crecimiento promedio de América Latina, y me ponen el promedio de Brasil y Venezuela, estamos regio. Si miro a Chile como Chile, conformarnos con crecer al 2% porque existe una ley de convergencia en el crecimiento, no es lo que Chile estaba haciendo. Lo que Chile estaba haciendo eran, dado que el crecimiento se agota, reformas estructurales que aumenten la competitividad y no conformarse con un 2%, eso no nos alcanza para terminar con la pobreza, las indigencias y para hacer todo lo que queremos. Si ese es el parámetro de evaluación, me parece que lo estamos haciendo mal. Nos hemos olvidado de hacer las cosas de la mejor manera posible porque es la obligación de todos nosotros y eso no está bien y hay que dejarlo atrás luego.

— ¿Qué consecuencias concretas hay? ¿Es posible que se reduzca la clasificación de riesgo?
—Si la pregunta es la clasificación del país, probablemente hay riesgo y creo que el hecho de que el ministro anunciara que el balance estructural se mantiene en 1,3%, va un poquito en esa dirección y atenúa esos riesgos, pero eso no es lo que más me preocupa. Lo que más me preocupa es tomar las medidas a tiempo para que usemos esas holguras para converger y retomar nuestro camino.

— ¿Y hay tiempo?
—Tenemos un déficit del 3% del Producto, o sea la deuda va a ir creciendo un 3% al año y ojalá que no aumente ese 3%. Nos van a dar crédito si ven que nuestro énfasis está en que esto no siga creciendo y que tenga un fin. No tiene porque ser en un año o dos, pero tenemos que mostrar compromiso y para eso parte de esa ecuación es que la gente sepa qué es lo que podemos hacer. Si la economía crece al 2% o 3% y quieres reducir el déficit y dejas afuera la reforma tributaria, el gasto tiene que crecer eso, y eso es lo que hay que transmitir y decir para cuánto alcanza.

_MG_5472.jpg ¿Concuerda con la proyección de crecimiento de 2%?
—Lo veo difícil. Me parece que la proyección es más en torno a 1,5%, incluso hay gente que habla de menos de 1,5% y eso es más consistente. No se ve una fuente mayor que sustente un crecimiento más alto.

— ¿Se necesitarán nuevos ajustes?
—Es muy probable que este ajuste no sea el último. Estamos en una parte del ciclo en que la proyección de variables es más compleja y en ese escenario hay que tener contención de expectativas y para eso hay que transparentar la situación.

— ¿Hoy no están contenidas las expectativas?
—Creo que no es suficiente con decirle a la gente vamos a ir haciéndolo en la medida que haya recursos. ¿Qué significa eso? Un año, dos, tres.

— ¿Cree que la presidenta tiene conciencia de esto?
—No lo sé, lo que sí yo creo es que para la presidenta primero son las reformas y esto viene en segundo lugar. Y me imagino que no tiene dimensión social de lo que esto significa, y con dimensión social me refiero a aterrizarlo: un punto menos de crecimiento son US$ 600 millones que el fisco no va a poder entregarle a su gente. Eso hay que palparlo y no sé cuán palpado está. Da la impresión de que el crecimiento no es primera prioridad.

“EL ROL ES DÉBIL Y DEBIERA SER MÁS FUERTE”

Rosanna Costa no es ajena al desempeño que ha tenido la centroderecha durante la administración Bachelet. Asegura que su rol ha sido débil, y se muestra esperanzada del impulso que dará Chile Vamos.

—¿Cómo evalúa el rol de la centroderecha?
—El rol es débil y debiera ser más fuerte. La centroderecha está en un proceso interno complejo, tiene que hacerse cargo y tiene vocerías escasas y eso es indesmentible, pero también es cierto que hay un proceso dentro de la Nueva Mayoría que está un poco desbordado y que sin duda es mucho más atractivo públicamente. La centroderecha no tiene en el Parlamento los votos suficientes y siempre el voto que toma la decisión va a ser más relevante y eso ha llevado a que ese debate se centre en lo que está haciendo una parte de la Nueva Mayoría. Eso, sin embargo, no es razón suficiente para que yo diga que la centroderecha está ocupando suficientemente su rol. Ha sido un rol más débil del que me hubiese gustado ver. Como sector nos hace falta más vocería, más claridad en el mensaje y creo que Chile Vamos está empezando a estructurar algo que es promisorio y que debiera empezar a revertir eso.

— ¿La centroderecha no está teniendo tanta voz por sus problemas internos?
—Por todo. Es difícil pararse de la situación que está viviendo. Hay un conjunto de cosas que están pasando en el país y en el sector, tienen que reencarnar su relevancia nuevamente y todo eso es un proceso que ha sido acompañado de una situación de descrédito institucional sobre las cuales, incluso en buenas circunstancias, habría sido difícil pararse, en las actuales aun más.

— ¿Qué rol juegan los centros de pensamiento en este entorno?
—Los centros de pensamiento están tratando de reestructurar un espacio de las ideas en el escenario actual. Hemos trabajado con centros de estudios del sector. Ha habido un trabajo conjunto mayor a lo que había antes, un esfuerzo por apoyar a los partidos del sector en términos de contenido y de dar sustento en un período en que no ha sido de propuestas propiamente tal. Hoy las propuestas son el programa. Ha habido una proliferación de centros que no se veía antes y creo que están tratando de llenar ese espacio en el sector. Ojalá sirvan de puente para el rol que tienen que jugar los partidos de aquí para adelante. Los partidos tienen que volver a pararse y a tener más voz.

— ¿Cuál es su apuesta para el cierre de este gobierno?
—En lo económico va a ser un gobierno malo, con un crecimiento promedio de 2%, donde no vamos a tener mucho crecimiento en el empleo, eso merma los resultados posibles en materia de pobreza, de indigencia. Va a ser un gobierno débil, que al final ha introducido reformas estructurales que producen esta merma y que cambian el perfil del país, y habrá que decidir en áreas claves: educación, trabajo, y ese va a ser el legado de ese gobierno.

— ¿Al próximo gobierno le va a tocar replantearse esas cosas?
—Por lo menos desde nuestro sector sí y teniendo que reflotar la posibilidad de crecimiento para hacer carne a las expectativas que se están alimentando. El próximo período será complejo.

otras publicaciones