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La insoportable inflexibilidad del gasto público

Voces La Tercera

El Ministro de Hacienda acaba de anunciar, con bombos y platillos, un ajuste fiscal de US$ 540 millones. Medido en pesos equivale a $ 378.000.000.000, cifra que resulta estratosférica para cualquier ciudadano común. Este ajuste se anunció luego de un mes de especulaciones sobre la necesidad de implementarlo y ha sido el tema que se ha tomado las noticias de economía por bastante tiempo. Afortunadamente, este “gran” esfuerzo de austeridad ha sido ampliamente respaldado.

Pero, ¿de qué estamos hablando si nos situamos desde la perspectiva de una familia que ve con preocupación que sus ingresos están cayendo? La caída no es un fenómeno de corto plazo, sino que en forma permanente los ingresos serán más bajos de lo que se había presupuestado. Ese es el efecto que tiene para las cuentas del fisco la caída en el precio del cobre y en el crecimiento de largo plazo de la economía. Estamos hablando de que los ingresos del gobierno central serán cerca de US$ 3.000 millones menos en forma permanente.

Es bueno hacer el ejercicio con números que sean entendibles para todos. Se trata de una familia que vive con un ingreso mensual de $ 1.000.000, y en un momento determinado este ingreso cae a $ 960.000, sin que se espere que mejore en el corto plazo. La familia ya está gastando más de lo que gana, cerca de $ 1.100.000 al mes. Entonces, luego de un largo período de discusión y debate, decide reducir los gastos a $ 1.089.000, algo más de $ 10.000 al mes. Bastaría para lograr este ahorro que redujera el consumo de carne y aumentara el de pollo ¿Estaría siendo realmente austera? Parece que no. Es más, en el caso del Fisco el ajuste no significa reducir el nivel de gasto, sino que reducir el aumento presupuestado. Aplicándolo a nuestro ejemplo, la familia había pensado gastar este año $ 1.170.000, y cuando ve que sus ingresos serán de $960.000, decide gastar “sólo” $ 1.159.000, por lo tanto su nivel de vida continuará mejorando, a expensas de que deberá seguir endeudándose. Probablemente los parientes y amigos empezarán a preocuparse por el futuro económico de esta familia, y dejarán de considerarla prudente en el manejo de su presupuesto.

No se trata con este ejemplo de desmerecer el esfuerzo y liderazgo del Ministro de Hacienda en su loable y necesario objetivo de recuperar la sostenibilidad fiscal, sino sólo de mostrar la rigidez que tiene la política fiscal cuando la situación exige mayor austeridad. Deben mirarse con mucha atención los intentos de aumentar el tamaño del Estado, especialmente en una economía sensible a los ciclos externos y en un mundo en constante evolución. Sin duda, un mayor tamaño del Estado reducirá la capacidad de adaptación de esa economía. Basta ver que muchos países europeos llevan siete años intentando superar los efectos de la crisis de 2008 y algunos están aún lejos de lograrlo.

 

Columna de Cecilia Cifuentes, Economista Senior de Libertad y Desarrollo, publicada en Voces La Tercera.- 

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