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Ratificando el Estatuto Docente

Pulso

A fines de enero se aprobó el proyecto de ley de Carrera Docente, que si bien experimentó algunas mejoras durante su tramitación, en términos generales sigue sin dejarnos conformes.

La razón es que con este proyecto –pronto ley- se perdió una valiosa oportunidad de revertir los problemas del Estatuto Docente reformándolo en serio –o mejor aún eliminándolo-, al limitarse a introducir sólo cambios menores e incapaces de resolver las ataduras que éste impone. El problema del Estatuto –que se perpetúa con este proyecto ya aprobado- es que supone que todas las escuelas y alumnos son iguales, y por lo tanto se puede decidir sobre la contratación, remuneración y despido de los profesores de cada rincón del país desde el centralismo del Ministerio de Educación (MINEDUC), en base a variables e indicadores estándar.

Sin embargo, la educación está muy lejos de ser como un commodity; cada niño es distinto y sus docentes deben por lo tanto realizar también un trabajo distinto, acorde a sus necesidades y al contexto específico de su escuela. Y para que ello sea posible, necesitamos avanzar hacia la entrega de mayor autonomía a los establecimientos municipales, de tal forma que cada equipo directivo cuente con las atribuciones para gestionar a sus profesores e influir en su escuela, y deba simultáneamente responder por las consecuencias de sus decisiones. Nada de esto se trató de hacer con la iniciativa recién aprobada. En cambio, se mantuvo la lógica centralista, en que el MINEDUC será el que evalúe y remunere a los docentes en función de variables que siguen sin tomar en cuenta su desempeño en la sala de clases y los avances de sus alumnos. Más aún, se extienden una serie de rigideces al sector particular subvencionado, quitándole así importantes espacios de libertad que durante las últimas décadas le han permitido posicionarse como la alternativa educacional preferida por las familias.

Hay algunos que celebran la aprobación de este proyecto. Yo me mantendría cauta, pues son US$ 2.500 millones anuales que pudiendo haberse invertido en modernizar las relaciones con los profesores, terminarán ratificando la lógica del tan criticado Estatuto Docente.

 

Columna de María Paz Arzola, investigadora del Programa Sociedad y Política, publicada en Pulso.-

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