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Cómo llegar

El Mercurio

Convocados por ICARE, una vez más bajo un impronunciable latinajo, la flor y nata del mundo empresarial ha celebrado su encuentro anual -ENADE-, en presencia de la Presidenta Bachelet y buena parte de su gabinete. El tema: cómo llegar al desarrollo. Mi conclusión: vamos por el camino equivocado.

El fracaso económico del gobierno de la Nueva Mayoría es rotundo. Su estrategia de priorizar la redistribución a costa del crecimiento ha desmoralizado a empresarios y consumidores. El crecimiento económico se ha paralizado y ha acabado con la holgura presupuestaria que suponía el programa de gobierno. Es cierto que también incide la caída del cobre, pero hasta ahora la pérdida que ello le ocasiona a Chile es similar al ahorro proveniente de la fuerte rebaja del petróleo. Precisamente porque el país requiere ahora impulsar la inversión y la productividad más allá de la minería es que las principales reformas que promueve el Gobierno son especialmente descaminadas. Las apelaciones de la Presidenta a empujar el desarrollo o la proclamación del 2016 como "año de la productividad" no convencen.

Presente en el encuentro, el mexicano Ángel Gurría, secretario general de la OCDE (centro de estudios de los gobiernos ricos, al que Chile aporta generosos US$ 5 millones anuales), aprovechó para ensalzar la vocación reformista del programa de gobierno y los objetivos que en su opinión lo inspiran. Sin embargo, en su reciente informe, esa entidad reconoce que sus reformas están causando mucha incertidumbre y que el máximo crecimiento al cual podemos aspirar sin causar inflación no llega en los próximos años ni siquiera al 3%. Sobre la reforma tributaria -principal herramienta que supuestamente financiaría nuestros "derechos sociales"-, dice que el aumento desde 20 a 27% en el impuesto a las empresas "reposiciona a Chile como una de las jurisdicciones de más altos impuestos corporativos en la OCDE", agregando que la evidencia sugiere que tal gravamen es "de los más dañinos para el crecimiento económico".

El programa de gobierno supuso contar con un holgado presupuesto fiscal, de modo de reemplazar los aportes de las familias a la educación de sus hijos y construir hospitales sin recurrir a las concesiones. Ya no hay plata. Es más, en educación, salud y en lo laboral, cada vez es más claro que las reformas que propugna el Gobierno conculcan libertades y abren cancha a intervenciones discrecionales, ineficientes e incluso inequitativas por parte funcionarios del Estado.

Lo ha dicho el ministro Valdés en la ENADE: "Debemos reconocer que hoy no tenemos los recursos, y muchas veces tampoco la capacidad de gestión para hacer todos los cambios...". Es otro el camino para llegar a desarrollo. Así como finalmente empiezan a soplar buenos aires en Buenos Aires (aunque con grandes dificultades que superar), es hora de mostrar al país que acá también puede haber un futuro mejor.

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