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¿Se autodestruirán las reformas?»

Voces La Tercera

CeciliaEn días recientes, el Ministerio de Hacienda dio a conocer las estimaciones de los comités de expertos de PIB tendencial y precio del cobre. Ambas resultaron inferiores a las de un año atrás, dando cuenta del escenario más negativo que enfrenta el país. El crecimiento estimado para el PIB tendencial en 2016 se redujo de 4,3% a 3,6%, y el precio del cobre de largo plazo de US$ 3,07/libra a US$ 2,98/libra. Estos resultados, que fueron considerados optimistas por agentes del mercado (me incluyo en esa percepción), se traducen en menores ingresos estructurales por algo más de US$ 1.000 millones anuales. Representan, por ende,cerca de la cuarta parte de lo que se espera recaudar por la reforma tributaria el próximo año.

Afortunadamente, el actual Ministro de Hacienda ha vuelto a poner la responsabilidad fiscal en un lugar prioritario, por lo que un contexto de ingresos más restrictivos significa también que es necesario ajustar los gastos. Grave problema para una coalición de gobierno que se propuso el programa de gasto público más ambicioso de que se tenga registro, y que además tendría un costo bastante superior a lo que se estimó inicialmente. Sólo la reforma educacional significaría toda la reforma tributaria, quedando pendiente el tema salud, previsión, capacitación y transporte público, por mencionar los más significativos en términos de recursos. Se está dejando de lado además la muy onerosa capitalización de Codelco, que se traducirá en un aumento de la deuda pública neta. Pero además, dado que el crecimiento económico es muy inferior a lo estimado hace dos años, también estaría amenazado el aumento, por así llamarlo, de tendencia del gasto público.Esto considerando que en los últimos 25 años el erario público ha crecido a una tasa promedio real de 6,3% anual, inviable con una economía creciendo al 3,6%, y con una probabilidad no menor de que la cifra sea menor que esa. Inevitablemente, el Presupuesto 2016 deberá ser más restringido, lo que hasta ahora ha llevado a considerar que las reformas deberán ser graduales.

Es cierto que este escenario fiscal más restrictivo se explica en parte por el fin del boom minero, una de cuyas víctimas es el Estado chileno a través de CODELCO. Pero es innegabletambién que este fenómeno era predecible hace dos años atrás, y el actual gobierno, en forma irresponsable, planteó un programa que ya era difícil de financiar con tasas de crecimiento de 5%, e inviable con expansiones de 3%. No sólo los gastos comprometidos eran gigantescos, sino que además se implementaría un programa que, sin duda, le pegaría al crecimiento, y de esta forma, al financiamiento del propio programa. Efectivamente, utilizando una expresión que se ha puesto de moda, era “wishful thinking” pensar que un aumento significativo de impuestos, un cambio radical en la normativa laboral y en general el establecimiento de reglas del juego anti sector privado, no iba a impactar el crecimiento.

Estaríamos entonces frente a una gran paradoja, ya que son las propias reformas del gobierno una de las causas principales de la caída del crecimiento efectivo, y por ende, responsables también de que ya no se cuente con los recursos necesarios para financiarlas. En definitiva,estamos siendo testigos de la autodestrucción de las reformas. Para los que no compartimos la agenda gubernamental esto es en principio una buena noticia, sin embargo, no implica que se siga el camino correcto. El criterio de renuncia o gradualidad no debería guiarse sólo por la necesidad de recursos fiscales, sino también por el efecto negativo que las reformas puedan tener en el crecimiento, y modificar con ese objetivo las iniciativas legales. Finalmente, el único camino factible para mayores niveles de bienestar de la población es volver a poner el crecimiento en el centro de la agenda. La autodestrucción parcial o gradual de malas reformas de alto costo ayuda, pero es insuficiente.  

 

Columna de Cecilia Cifuentes, Economista Senior de LyD, publicada en Voces de La Tercera.- 

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