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EVADIENDO EL DIAGNÓSTICO

La Tercera

rosanna laterceraDe blanco, como cuando asumió el cargo presidencial en 2006, y con un tono convocante, este 21 de mayo la Presidenta invitó a todos los chilenos a conversar para avanzar en las reformas contenidas en su programa.

La invitación, sin embargo, vino de la mano de (textual): “la convicción ética y el fundamento técnico de que las reformas son buenas”, lo que se refuerza con la convocatoria a sus ministros a explicarlas mejor. Es decir, hablemos, pero tengo la razón y el rechazo se debe a desconocimiento de quienes se oponen.

Centrándonos en el diagnóstico, sintetizó las dificultades del gobierno en los desastres naturales, un bajo crecimiento por razones estructurales y a causas externas y que la gente se cansó de las injusticias, lo que está cuestionando las bases de la convivencia y debilitando la democracia, la seguridad y el crecimiento económico. Dicho esto, inició una revisión larga de compromisos, cuentas de cartera y anuncios donde las categorías suelen confundirse, salvo algunas nuevas propuestas como el descuento del 5% de la cotización en salud de los pensionados; que en 2016 el 60% de los estudiantes de educación superior tendrán gratuidad, salvo algo así como el 30% de ellos actualmente en universidades privadas, etc. Pero en definitiva, el diagnóstico está flojo y se evaden las causas internas y los errores propios, lo que es grave, porque impide definir directrices para corregir lo que sea necesario. Ello, a menos que asumamos que se sabe pero no se quiere compartir, lo que es una hipótesis similar a la esbozada por quienes sostienen que hubo cambio de rumbo pero no se puede admitir claramente, pues si no se puede admitir es porque hay fuerzas en contrario.

Este año la mandataria sí le da un espacio al crecimiento económico, destacando: “Es muy cierto que el crecimiento por sí sólo no trae más equidad; pero sin crecimiento fuerte y sostenido, las políticas de equidad e inclusión carecen de bases sólidas”. “Debemos avanzar en ambos frentes simultánea y coherentemente.” Así, en esta frase ubica el crecimiento –sin enunciar la forma cómo se encausará- al nivel de la meta de equidad, que es el único mensaje inalterable y sin ambigüedad alguna desde el primer día.

Claramente, el crecimiento en estaría sustentado desde el sector público, sin nuevos espacios a “políticas de oferta”, sin abrir espacios a incrementos de competitividad ni a reivindicar el emprendimiento y su fuerza motora para liderar la inversión y la creación de empleos. Por el contrario, lo que encontramos es un énfasis en el rol gubernamental, con una relevancia al crecimiento del gasto público igual a 9,8% para 2015 (que dicho sea de paso, es 7,8%, incluido el efecto de las emergencias climáticas, dado el gasto efectivo en 2014); a la capitalización de las empresas públicas; al apoyo que el gobierno pueda dar a las PYMES y el empleo y al nuevo liderazgo de ENAP, llamada a reimpulsar las inversiones en el sector energético (suponemos que esa ventaja relativa a que tanto se alude y poco se entiende no se refiere a su integración vertical con el regulador). Hay algunas líneas dedicadas también a las políticas de innovación impulsadas nuevamente desde el gobierno y la nueva institucionalidad en concesiones, al fortalecimiento de la Superintendencia de Valores y de Bancos y a más instituciones. Pero si éste es el motor, no llegaremos muy lejos. No es suficiente en cualquier escenario, menos en el escenario de malas reformas, que parecen diseñarse antes desde el dogma que desde el mejor instrumento para lograr los objetivos.

Este tono no se condice con una iniciativa empresarial pujante, es propio de un diagnóstico evasivo y tal vez se acerca forzadamente a la constatación de que se está afectando la economía más allá de lo esperado, resintiendo finalmente la capacidad de generar empleo.

Pero no es suficiente. Las reformas son malas y no son inocuas aunque no formen parte del diagnóstico oficial. La reforma tributaria no fue la mejor forma de recaudar si queríamos fomentar el ahorro y la inversión. La educacional se enfocó en el lucro antes que la calidad y por meses demonizó las utilidades y a sostenedores que han dedicado años a trabajar con niños ganándose con esfuerzo la confianza de sus padres. ¿Y la laboral? Esta  reforma favorece el conflicto, buscando presionar por mayores remuneraciones, sin incorporar mecanismos suficientes para aumentar la productividad del trabajo. Ese no es un camino sostenible. No se hace cargo de los trabajadores de empresas de menor tamaño, ni de los jóvenes y mujeres a quienes el mercado laboral resulta más esquivo. El  gobierno está convencido que puede revertir este efecto adverso vía el programa Más Capaz, un programa de capacitación nuevo, sin evaluación conocida la fecha. Pero ello es a todas luces insuficiente.

Pero las cifras son ineludibles. Este primer trimestre Chile creció un pobre 2,4%, con una demanda interna que lo hizo en un exiguo 1,3%, con un consumo privado  incrementándose en 1,6%, mientras el público lo hizo en 5,6%, y una formación bruta en capital fijo que cae 1,7%. Nótese que este -1,7% es a pesar de que la inversión pública creció en torno al 14%.  Y formación bruta de capital en maquinarias cae 7,4%.

Vemos que el mensaje recoge una preocupación por el crecimiento, pero desde el diagnóstico. El nuevo Ministerio posiblemente no tuvo tiempo.

Es imposible  dejar de mencionar el bajo perfil de a agenda de probidad, que pasó casi inadvertida en medio de los listados de compromisos. Es la tercera vez que sucede. La primera le cedió titulares al proceso constituyente, la segunda se enredó con el cambio de gabinete.

Columna de Rosanna Costa, Subdirectora de Libertad y Desarrollo, publicada en La Tercera.-

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