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Luis Larraín en El Líbero: ¿Por qué el Gobierno de Bachelet escondió la CASEN?

 

Luis Larrain LYDEs extraño que un gobierno que ha hecho de la igualdad el centro de su discurso haya escondido los resultados de la encuesta CASEN. Porque presentarla un día sábado, en verano, a las 2 de la tarde, sin la presencia de la Presidenta de la República y con 6 meses de retraso respecto a la fecha habitual es esconder sus resultados.

La CASEN es la principal fuente de información sobre la situación de los ingresos de los chilenos. Se realizó por primera vez experimentalmente en 1987, cuando el entonces ministro de Hacienda Hernán Büchi previó que Chile estaba entrando en una fase de expansión de la economía que permitiría aumentar las prestaciones sociales que el Estado entregaba a los ciudadanos. Como había en ese entonces la voluntad de focalizar estos recursos, vale decir entregar la mayor parte de ellos a los chilenos más pobres, la CASEN resultaba una herramienta fundamental. Desde 1990 hasta la fecha se realiza periódicamente, y entre otras cosas permite determinar el porcentaje de la población que vive en condiciones de pobreza a partir de la línea de pobreza que define el Ministerio de Desarrollo Social.

La primera razón para ocultar los resultados es que dan cuenta de una importante reducción de la pobreza entre 2011 y 20113, período en que gobernó Sebastián Piñera. La reducción anual es de 17,6% promedio, una baja mucho mayor que el promedio histórico desde 1990 a 2013 que resulta ser de 7,2 % promedio anual. Esto es así para todas las mediciones de pobreza que entregó el MDS (tres). Si usamos la nueva metodología sugerida por el MDS equivale a decir que 1.277.444 personas lograron salir de la pobreza entre 2011 y 2013.

Vale decir, el gobierno de Piñera, durante el cual aumentó fuertemente el crecimiento económico, es el que logra los mejores resultados en la reducción de la pobreza. Un balde de agua fría para el “nuevo ciclo” político en nuestro país, encarnado en la Nueva Mayoría, que parte del diagnóstico equivocado de un modelo agotado que no permite a los chilenos más desfavorecidos progresar a la par de los indicadores económicos globales.

La segunda razón es aún más discutible, desde un punto de vista ético y estético.

El MDS cambió, por primera vez desde 1990 a la fecha, la estimación de pobreza por ingresos el año 2009. Vale decir, modificó la metodología tradicional. No es que se haya limitado a proponer nuevas metodologías de aquí en adelante, como de hecho lo hace, sino que alteró las cifras hacia atrás. El efecto práctico de esta modificación es que los únicos años desde 1990 en adelante en que la  pobreza medida con la metodología tradicional no bajaba sino que subía, 2006 a 2009 (la tasa subía de 13,7% a 15,1), desaparecen de las mediciones. Ese período, recordarán algunos, es el de la primera administración de Michelle Bachelet.

Esa alteración de los números de la medición tradicional de pobreza por ingresos requería un sábado de verano a las 2 de la tarde. Desgraciadamente, alguien hizo decir a la ministra del MDS que con esta entrega se recuperaba la transparencia, lo que podría llevar a alguien a pensar que aquí se excedió todo límite del pudor.

Hay también otras decisiones metodológicas inconsultas y discutibles. Hace un año, la Comisión de la medición de la Pobreza que había nombrado Sebastián Piñera, en la que me correspondió participar y que tenía una integración transversal con economistas como Andrea Repetto, Osvaldo Larrañaga y Jorge Rodríguez entre otros; entregó su informe con propuestas para actualizar la metodología de medición de pobreza por ingresos y también para definir una nueva medición de pobreza multidimensional. El Gobierno acogió algunas de estas recomendaciones y no otras, por ejemplo aquellas que se referían a la manera de ajustar a las cuentas nacionales los datos de ingresos recogidos por la CASEN. El efecto de esta forma “selectiva” de acoger las sugerencias, es que las cifras de pobreza en los últimos años disminuyeron menos que lo que lo habrían hecho si se consideraba íntegramente la sugerencia de la Comisión.

Así, una noticia que debió ser buena para todos los chilenos: que la pobreza está disminuyendo cualquiera sea la forma en que ésta se mida, no lo fue para la Nueva Mayoría. No lo fue, porque contradice frontalmente su diagnóstico de la sociedad chilena y cuestiona su afán de imponer en Chile un sistema de derechos garantizados en que todos los ciudadanos pasamos a ser dependientes del poder político.

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