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¿LA DERECHA EN LLAMAS?

El Mercurio

A continuación, reproducimos la columna de nuestro Director Ejecutivo, Luis Larraín, publicada hoy en El Mercurio.

¿Es razonable que la centroderecha esté en un proceso de fuerte crítica interna que la lleve a cambios importantes en sus liderazgos y sus estructuras?

Sí, es razonable. La derrota en las últimas elecciones, donde perdió más de un millón de votos, así lo exige.

Sin embargo, uno pensaría que este proceso requiere reflexión y análisis antes de la acción. Y pareciera que ello no está ocurriendo.

Porque no es razonable que Renovación Nacional, el partido de la centroderecha que salió mejor parado de la elección, esté convertido en un campo de batalla.

No lo es porque en la Alianza es el que perdió menos votos, ganó asientos emblemáticos en dos senadurías en Santiago; por añadidura es el partido del Presidente Piñera, quien está terminando su mandato con creciente apoyo ciudadano.

Es cierto que hay ejes que explican  diferencias entre los militantes de ese partido como el eje liberal-conservador, especialmente en materias valóricas y la mayor o menor afección con el gobierno militar (y su acercamiento al centro). Sin embargo el partido ha vivido muchos años con esas diferencias.

También hay una cuestión generacional que ha sido levantada por los tres diputados que renunciaron esta semana al partido.

Pero todo ello no es capaz de explicar la virulencia ni el propósito de causar daño que se ha advertido en el último tiempo. Es muy difícil no concluir que tras las conductas de estos días en la colectividad hay diferencias personales insalvables entre algunos de sus líderes y que esas diferencias tienen relación con ambiciones presidenciales que están siendo puestas por delante del interés partidario y de la centroderecha.

La UDI también muestra diferencias importantes en su interior y algunas de ellas están debatiéndose estos días en su Consejo. Es de esperar que no se brinde un espectáculo parecido. Ayuda a ese propósito que la candidatura presidencial esté hoy aparentemente lejos de las intenciones de sus principales figuras. Paradojalmente, la UDI puede sufrir del fenómeno inverso: la ausencia de líderes que señalen un camino para los próximos años.

¿Hacia dónde debe apuntar la discusión en la centroderecha?

Una reflexión serena debe tomar en cuenta que la legitimidad del modelo económico social de Chile en los últimos veinticinco años ha sido cuestionada al imponerse visiones críticas a la desigualdad, al abuso y la creencia que un desmedido afán de lucro perjudica a los consumidores. También debe hacerse cargo de que hay hoy día una mayor valoración de los derechos humanos y al medio ambiente. Que el surgimiento de una gran clase media a partir del éxito económico ha alimentado altas expectativas que van más allá de las posibilidades financieras de un gran número de familias. Que la política se ha desprestigiado por la poca renovación de los liderazgos y cabida a nuevas ideas.

Sin embargo de esa reflexión no puede surgir la conclusión de que hay que moverse hacia la izquierda, adoptando las recetas de nuestros adversarios. Porque se supone que se está en política porque te mueven ideales, no para ganar el poder a cualquier precio.

La derecha debe elaborar sus propias soluciones: para la desigualdad, mejores empleos y educación; para los abusos, más competencia y movilidad; para la clase media, seguros públicos y privados y disminución de la vulnerabilidad más que regalos del Estado; para educación y salud de calidad, libertad de elegir; para los temas de ciudad, más sociedad civil. Puede haber visiones diferentes; hay que ponerlas sobre la mesa y discutirlas.

Tras las bajas votaciones hay también muchas veces malas campañas, poco trabajo en terreno y falta de claridad para afrontar una elección con voto voluntario.

En definitiva, hay que construir identidad y legitimidad en la centroderecha. Contarle a la gente por qué queremos gobernar, que es mejor empoderar a los chilenos vulnerables para que labren con libertad su propio futuro que darles en bandeja desde el Estado la solución a sus problemas. Esa es la tarea de hoy. Ya llegará el tiempo de decidir quién liderará el proyecto.

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