Una vez ingresada la Ley de Presupuestos al Congreso, se inician ahora dos intensos meses de discusiones.

Cecilia Cifuentes, investigadora del Programa Económico y Social de LyD, señala que dado el clima económico y social que se ha vivido en los últimos meses, la discusión se anticipa bastante compleja, por lo que es muy importante que no se sumen 3 aspectos que están en discusión.

El primero de estos aspectos es la incierta situación internacional, que de agravarse inevitablemente generaría un menor dinamismo interno, dado el elevado grado de integración comercial y financiera de nuestro país. Sin embargo, a no ser que se produzca una situación muy compleja, dado que el presupuesto se elabora con el crecimiento de tendencia y no con el PIB efectivo, la posibilidad de un crecimiento menor a lo estimado no afecta la política de gastos, y por lo tanto este aspecto no debería formar parte de la discusión.

Un segundo aspecto que agrega complejidad a la discusión es el conflicto estudiantil, ya que no existe aún claridad sobre las reformas que finalmente se van a hacer en este campo. Lo razonable es que el presupuesto incluya aquellos ítems en los que ya existe consenso, como las becas y la rebaja del costo del crédito, y que el resto de los recursos se vayan estudiando en la medida que surjan buenos proyectos en la materia. Parece absurdo disponer primero de los recursos, y ver después en qué se van a gastar.

Por último, e igualmente importante, es dejar fuera de la discusión eventuales reformas tributarias. Si el gasto está financiado, considerando una tasa de impuesto a las empresas de 18.5% de acuerdo a la ley aprobada mayoritariamente el año pasado, no parece tener sentido complejizar la discusión con propuestas tributarias.

En definitiva, si queremos tener Ley de Presupuestos aprobaba al 30 de noviembre, es clave que se logre centrar la discusión en la propuesta oficial, y dejemos los accesorios para el momento en que sean necesarios.