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LOS CAMBIOS QUE HUMALA PRETENDE LLEVAR A CABO EN PERÚ

El nacionalista Ollanta Humala resultó elegido finalmente como Presidente de Perú tras vencer a Keiko Fujimori.

Tras una sustancial moderación de sus propuestas anteriores, el nacionalista Humala logró avanzar a segunda ronda con la mayor cantidad de votos en primera vuelta electoral, hecho impensado para cualquiera que haya presenciado la evolución de  su candidatura en 2006. Los principales cambios que desea instalar en su administración se basan en crear una “economía nacional de mercado”, de carácter estatista y socialista, con ciertas analogías al socialismo del Siglo XXI, de Chávez y Correa.

El programa de Humala expresa la conformación de un nuevo modelo de desarrollo, basado en un mercado económico nacional abierto para el mundo, lo que implicaría una dominación del gasto público por sobre la inversión extranjera. Por otra parte, considera necesario una transformación del Estado por medio de una nueva Constitución, en la cual el Estado promueva el desarrollo, conduzca las políticas que  provean de bienes básicos y regule el mercado. Junto con esto, espera nacionalizar actividades estratégicas, las cuales describe como aquellas indispensables para el desarrollo y la defensa de la nación. Entre estas actividades estratégicas se consideran: gas, petróleo, minería, aeropuertos y puertos, comunicaciones y transporte aéreo.

Ollanta Humala espera renegociar todas las licencias, impuestos y royalties que afectan a estos sectores, creando en el caso de las comunicaciones y el transporte aéreo empresas estatales. Mientras que las licencias de puertos y aeropuertos serán asignadas, en su mayoría, al Estado y en menor parte, a privados.

Un tema más relevante resulta el sector minero en el cual Perú destaca como el segundo mayor productor mundial de cobre y plata, y el sexto en oro. En este sector se esperan aumentos en los impuestos a la renta y royalties, tanto por parte de Ollanta Humala como de Keiko Fujimori, lo cual afectaría a los principales participantes del rubro como lo son BHP Billiton, Rio Tinto, Southern Copper, Anglo American, China, Buenaventura, South Africa Gold Fields, Juniors, Freeport y Xstrata. Todos ellos tenían estimado invertir cerca de US$ 26,7 mil millones, pero dada la situación política, reducirían en casi la mitad dicha inversión.

La mayor participación del Estado en el programa de Humala sugiere un mayor gasto público, el cual ha sido vagamente respaldado por propuestas para nuevas fuentes de ingresos, lo que podría sugerir  una posible extracción de los fondos de pensiones para financiar ciertas reformas, al igual como lo hizo Kirchner en Argentina. De ser así, la administración de Ollanta Humala podría tener repercusiones más allá de su período de mandato.

A pesar de tener un sesgo a modificar las bases del sistema económico a la manera de Lula en Brasil o Chávez en Venezuela, Humala ha dado seguridades retóricas que estará en el poder un solo período y que respetará la institucionalidad democrática. También tiene a su favor el beneficio de la duda con respecto a una real transformación del Estado, ya que, al menos en apariencia, su discurso se centra más en la imagen de Lula que de Chávez,  por lo que, una vez en el poder, podría optar más por seguir el modelo de Lula que el de Chavéz, propiamente, ya que el primero ha demostrado ser una alternativa cercana al éxito, mientras que el segundo, es un fracaso económico. No obstante, es necesario señalar que existe una gran diferencia entre Lula y Humala, y ésta proviene de sus lugares de origen. Mientras Lula viene de una izquierda que se vio obligada a reformarse para poder permanecer vigente, Humala proviene del nacionalismo y populismo ligado al sector militar de izquierda, con formación cepaliana de la época, lo que provoca un mayor escepticismo  a creer que podrá implementar políticas balanceadas de mercado.

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